Los dragones nacen del impacto de cometas en la atmósfera. Es el calor que se genera en esa interacción la única fuerza que puede hacer nacer al embrión. A penas se abre el cascarón el dragón ya puede batir sus alas y hasta echar fuego. Algunos no llegan a bajar nunca a la Tierra y continúan su vuelo hacia algún extremo del universo. Pero cuando el huevo cae como un meteorito a veces el dragón no llega a nacer. Pueden transcurrir milenios hasta que el precioso cigoto llega a las capas inferiores del manto terrestre, donde el calor del magma le da la suficiente fuerza para romper el huevo y surgir d
Soy el engendro deforme, mal formado y desordenado que nació trayendo amargura y hasta desgracia. Mi cuerpo es una aberración sin cadera, convirtiéndome en una enana que se balancea de lado a lado en cada paso, anclada a un andador que no mitiga el dolor al caminar. No hay día que al despertar no desee morir. Sé que nadie me amará y que moriré virgen sin nunca haber besado a nadie. Ni mis padres me dan afecto, soy una carga que les ha robado la felicidad, siendo un gasto enorme y que les impide disfrutar de las vacaciones. La ilusión que podía darles se convirtieron en pesadillas diarias tras darme
El ruido acechaba sus pasos clavándole agujas de intranquilidad. De entre las sombras de los umbrales veía formas en movimiento y ni del suelo se fiaba. Aterrada se refugió en el armario de pino, entre camisas y chaquetas, esperando no ver nada. Pero la tenebrosa melodía de las garras arañando la pared se acercaba hacia ella. Laura se quedó tan petrificada como su corazón, se olvidó hasta de respirar y sus ojos de inundaron de lagrimas contenidas. Un sólo ruido y el monstruo la encontraría. "Clic" sonaron las perchas [...]
Le gustaba todo yo. Me amaba, me decía. Que me quería entera, me decía. Cada milímetro de mi piel, cada punta de mi cabello y hasta el aire que expulsaba. Que me deseaba hasta el alma, que no me dejaría escapar y que me devoraría antes de dejarme ir. Que era un lobo y yo una liebre, que mi carne le pertenecía, mi perfume era suyo y mi aliento dependía de sus garras.
Me tenía encerrada en un cuarto oscuro, donde sólo entraba la luz cuando él abría la puerta. Al final dejé de roer y de beber y perdí mi esencial. Me convertí en un saco de huesos que el maltrataba por no s
El fuego en el bosque arrancaba con maldad la vida de todas las plantas, aniquilando desde los débiles brotes hasta a los más ancianos árboles. Su ira era tan elevada que incineraba también a las semillas que debían germinar tras las llamas. Su rabia penetraba con tanta hostilidad en el suelo que lo dejaba seco y sin nutrientes y su inteligencia tan vil que no quería dejar escapar a ningún animal, de modo que los arrinconó contra un alto muro vertical de roca y llenó el cielo de humo para que ni las aves pudieran escapar al vuelo. Los animales le miraban con los ojos húmedos y los árboles
La brújula oxidada y perdida volvió a girar cuando el viento sopló y el nuevo capitán tomó el timón. Comenzaba una nueva era, donde los miedos quedaban atrás y habría mil islas que descubrir. El horizonte, aunque parecía una línea longitudinal con final, un cierre a las aventuras, era una meta inalcanzable, ideal para los temerarios como Lord Hannickol. El tiempo jugaba a su favor, nunca sé es demasiado joven para morir ni viejo para vivir, a sus treinta y dos era un hombre con conocimiento y habilidad. El mundo iba a ser suyo, sólo le faltaba conocer (y encontrar) a su camarerí
Las sombras que por los árboles y suelo no se despegaban se estiraban de arriba abajo al compas de las llamas, girando en remolino absorbiendo la luz. La hoguera crepitaba arrítmicamente mientras las risas de las brujas saltaban desde las caretas y las panderetas rechinaban enloquecidas. La noche de luna perdida perduraba en la inmensa negrura, custodiada por las estrellas endiabladas de rojo. Los cuerpos en trance se contorneaban como las ramas, se endurecían como rocas y luego se disolvían como el humo. La danza tronaba entre cascabeles y timbales, gritos y gemidos. El fuego se alzaba cada vez más sin necesidad de l
Todo se alza cuando sopla el viento por más pisapapeles le pongamos a los momentos. Intento retenerlos atados, impermeables al tiempo y las acciones, pero la arena es volátil, imposible de contener. Lo mejor es navegar y dejarse llevar por una corriente cuyo rumbo nos es desconocido, el miedo es sólo una pintura lisa, un reto y no un impedimento. Los pasos que damos son huellas delante de otras, ninguna es la primera ni la última, pero todas serán brisa al transcurso de las noches, por eso quiero hacer de mi andar una historia épica, para nadie más que para mí. Siempre llevaré equipado lo que me ha
Voy a tocar las nubes heladas y frías que han fabricado estas montañas de nieve. Me quitaré el guante y dejaré que el polvo de diamante envuelva mi palma. El barco hundido siempre me traerá tus rosas rojas, mamá, pero el futuro nunca dejará de ser una mañana congelada. La aurora me recuerda por lo que lucho y sólo por ella me dejo juzgar. Hoy soy otra vez el único cisne en este lago de escarcha, el único que aprendió que el hielo no es malo y no migró. Por más ventisca que haya en mi camino no dejaré de buscarte bajo cero. Siempre nadaré hasta lo más profundo
Tensa lo máximo que te permita la cuerda y dispárame lo más lejos que puedas. Quiero cortar el aire y silbar mientras vuelo, sentir la fuerza con la que me despides y me alejo de ti. Ojalá el viaje dure para siempre, pero sé que al final caeré y me enterraré en el barro. Que por más nubes que haya atravesado al final todos me olvidarán, aunque quizás pueda dejar una cicatriz para que alguien cuente mi historia, mi aventura, mi viaje. Por más que sea una flecha efímera, ahora mi existencia resplandece ante la luz y todos pueden verme.
Los dragones nacen del impacto de cometas en la atmósfera. Es el calor que se genera en esa interacción la única fuerza que puede hacer nacer al embrión. A penas se abre el cascarón el dragón ya puede batir sus alas y hasta echar fuego. Algunos no llegan a bajar nunca a la Tierra y continúan su vuelo hacia algún extremo del universo. Pero cuando el huevo cae como un meteorito a veces el dragón no llega a nacer. Pueden transcurrir milenios hasta que el precioso cigoto llega a las capas inferiores del manto terrestre, donde el calor del magma le da la suficiente fuerza para romper el huevo y surgir d
Soy el engendro deforme, mal formado y desordenado que nació trayendo amargura y hasta desgracia. Mi cuerpo es una aberración sin cadera, convirtiéndome en una enana que se balancea de lado a lado en cada paso, anclada a un andador que no mitiga el dolor al caminar. No hay día que al despertar no desee morir. Sé que nadie me amará y que moriré virgen sin nunca haber besado a nadie. Ni mis padres me dan afecto, soy una carga que les ha robado la felicidad, siendo un gasto enorme y que les impide disfrutar de las vacaciones. La ilusión que podía darles se convirtieron en pesadillas diarias tras darme
El ruido acechaba sus pasos clavándole agujas de intranquilidad. De entre las sombras de los umbrales veía formas en movimiento y ni del suelo se fiaba. Aterrada se refugió en el armario de pino, entre camisas y chaquetas, esperando no ver nada. Pero la tenebrosa melodía de las garras arañando la pared se acercaba hacia ella. Laura se quedó tan petrificada como su corazón, se olvidó hasta de respirar y sus ojos de inundaron de lagrimas contenidas. Un sólo ruido y el monstruo la encontraría. "Clic" sonaron las perchas [...]
Le gustaba todo yo. Me amaba, me decía. Que me quería entera, me decía. Cada milímetro de mi piel, cada punta de mi cabello y hasta el aire que expulsaba. Que me deseaba hasta el alma, que no me dejaría escapar y que me devoraría antes de dejarme ir. Que era un lobo y yo una liebre, que mi carne le pertenecía, mi perfume era suyo y mi aliento dependía de sus garras.
Me tenía encerrada en un cuarto oscuro, donde sólo entraba la luz cuando él abría la puerta. Al final dejé de roer y de beber y perdí mi esencial. Me convertí en un saco de huesos que el maltrataba por no s
El fuego en el bosque arrancaba con maldad la vida de todas las plantas, aniquilando desde los débiles brotes hasta a los más ancianos árboles. Su ira era tan elevada que incineraba también a las semillas que debían germinar tras las llamas. Su rabia penetraba con tanta hostilidad en el suelo que lo dejaba seco y sin nutrientes y su inteligencia tan vil que no quería dejar escapar a ningún animal, de modo que los arrinconó contra un alto muro vertical de roca y llenó el cielo de humo para que ni las aves pudieran escapar al vuelo. Los animales le miraban con los ojos húmedos y los árboles
La brújula oxidada y perdida volvió a girar cuando el viento sopló y el nuevo capitán tomó el timón. Comenzaba una nueva era, donde los miedos quedaban atrás y habría mil islas que descubrir. El horizonte, aunque parecía una línea longitudinal con final, un cierre a las aventuras, era una meta inalcanzable, ideal para los temerarios como Lord Hannickol. El tiempo jugaba a su favor, nunca sé es demasiado joven para morir ni viejo para vivir, a sus treinta y dos era un hombre con conocimiento y habilidad. El mundo iba a ser suyo, sólo le faltaba conocer (y encontrar) a su camarerí
Las sombras que por los árboles y suelo no se despegaban se estiraban de arriba abajo al compas de las llamas, girando en remolino absorbiendo la luz. La hoguera crepitaba arrítmicamente mientras las risas de las brujas saltaban desde las caretas y las panderetas rechinaban enloquecidas. La noche de luna perdida perduraba en la inmensa negrura, custodiada por las estrellas endiabladas de rojo. Los cuerpos en trance se contorneaban como las ramas, se endurecían como rocas y luego se disolvían como el humo. La danza tronaba entre cascabeles y timbales, gritos y gemidos. El fuego se alzaba cada vez más sin necesidad de l
Todo se alza cuando sopla el viento por más pisapapeles le pongamos a los momentos. Intento retenerlos atados, impermeables al tiempo y las acciones, pero la arena es volátil, imposible de contener. Lo mejor es navegar y dejarse llevar por una corriente cuyo rumbo nos es desconocido, el miedo es sólo una pintura lisa, un reto y no un impedimento. Los pasos que damos son huellas delante de otras, ninguna es la primera ni la última, pero todas serán brisa al transcurso de las noches, por eso quiero hacer de mi andar una historia épica, para nadie más que para mí. Siempre llevaré equipado lo que me ha
Voy a tocar las nubes heladas y frías que han fabricado estas montañas de nieve. Me quitaré el guante y dejaré que el polvo de diamante envuelva mi palma. El barco hundido siempre me traerá tus rosas rojas, mamá, pero el futuro nunca dejará de ser una mañana congelada. La aurora me recuerda por lo que lucho y sólo por ella me dejo juzgar. Hoy soy otra vez el único cisne en este lago de escarcha, el único que aprendió que el hielo no es malo y no migró. Por más ventisca que haya en mi camino no dejaré de buscarte bajo cero. Siempre nadaré hasta lo más profundo
Tensa lo máximo que te permita la cuerda y dispárame lo más lejos que puedas. Quiero cortar el aire y silbar mientras vuelo, sentir la fuerza con la que me despides y me alejo de ti. Ojalá el viaje dure para siempre, pero sé que al final caeré y me enterraré en el barro. Que por más nubes que haya atravesado al final todos me olvidarán, aunque quizás pueda dejar una cicatriz para que alguien cuente mi historia, mi aventura, mi viaje. Por más que sea una flecha efímera, ahora mi existencia resplandece ante la luz y todos pueden verme.
La vida es dorada, borrosamente dorada. Entonces piensas "¿Qué soy yo en ella?" Un trozo de oro fino como el papel. Qué hermoso y delicado. [...]